ALEJANDRO CERLETTI, FILIPE CEPPAS, GABRIELA D’ODORICO,
MARISA BERTTOLINI, MAURICIO LANGÓN, OLGA GRAU,
PABLO OYARZÚN, WALTER OMAR KOHAN
(Organizadores)
Narrativas confinadas. Voces desde el Sur, reúne los textos de personas amigas, fronterizas, que respondieron a la convocatoria que hiciéramos en medio de la pandemia, escrituras acompañadas en cierto modo por las que no pudieron ser entregadas en los tiempos que señalamos para su envío. Prometidas, algunas quedaron en borradores, apuntes, notas, palabras sueltas, o no fueron ni siquiera iniciadas, o resultaron ser solo pensamientos detenidos en este tiempo de rarezas, inquietudes, confusiones y desgracias. Esa no-escritura o intento de escritura está también aquí, a su modo, junto a estos escritos en los que ronda también un cierto aturdimiento.
Así como hubo un tiempo definido para recibir las narrativas prometidas, también hubo que limitar el número de voces sureñas de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. La dificultad de esto nunca fue averiguar quién podía hacerlo, sino a quién invitar entre tantos y tantas con quienes nos habría gustado compartir esta invitación a ensayar narrativas, a escribir en medio de la incertidumbre, a inventar textos desde la singularidad de la experiencia, donde apareciera la diversidad de pensamientos y perspectivas de vida, a escribir al margen de los “discursos de pretendida sabiduría orientadora”, “de los discursos que intentan capturar la significación del presente y preconizar el futuro”, como proponía la convocatoria.
Ahora es libro. Quiere lectoras y lectores en pandemia, porfiadamente vivos. Invita a ser leído en todos y cada uno de estos breves textos. Cada cual vale por sí mismo o en relación con otros muy distintos o contrapuestos; con preocupaciones comunes que los cruzan o con chirridos entre ellos. En sus diferencias, los habita el ejercicio de una escritura que procura hacer sentido, aunque sea como “superficie quebradiza”. Adentro esconden fallas, finuras, sombras, excelencias. Incluyen semillas, ideas deshilachadas, residuos, fermentos, sensatez, locura. No es obra consumada ni quiso serlo. Contiene joyitas y desvaríos. Esperanza o desaliento. Un caleidoscopio, un mosaico polifónico de vivencias y reflexiones sumamente denso para desafiar cualquier discurso totalizador.
Estas narrativas fueron escritas en distintos tiempos, abril, mayo, junio, julio y agosto, en diferentes estaciones del año y variados climas, con distintos picos de pandemia, en temples y facturas diversas; en enviones de escritura donde resuenan los golpes de la muerte de alguien amado o los del inquietante aislamiento o de la vida amenazada; donde se expresan el padecimiento de estar confinado o el descubrimiento de nuevos placeres en este encierro, las ambivalencias del querer estar solo o acompañado, la paradoja de la distancia y cercanía con otros, el encuentro subjetivo de manera inesperada. Y así vamos enhebrando saberes nuevos sobre lo desconocido o lo no advertido.
Narrativas preciosas, conmovedoras, que de pronto detienen la respiración, quitan el aire, pero también lo traen de nuevo al cuerpo; nos hacen saber de lo suspendido, lo entrecortado, de estrategias de sobrevivencia, de cegueras en que estábamos instalados, de búsqueda de formas de vitalización, de nuevas valoraciones, de la desesperanza y de su vuelco, de la tremenda presencia del entorno como deseo y de la ventana como saber del mundo.
Narrativas sensibles a las circunstancias actuales, animadas por el deseo de compartir relatos de experiencias, cartas, poemas, aguafuertes, diarios, ficciones, apuntes biográficos y ensayos filosóficos que ofrecen accesos múltiples para la reflexión sobre acontecimientos que nos han dejado a la intemperie. Su lectura nos sensibiliza sobre el modo en que nos venimos vinculando, nos pone a experimentar la dimensión política de nuestra existencia y nos ayuda a pensar este extraño momento.
Creemos haber propiciado con estas narrativas en estado de pandemia, “un tráfico de escrituras entre amistades latinoamericanas, entre quienes llevamos un tiempo conversando desde nuestras propias inquietudes y resistencias”. Y que suceda que estas escrituras amigas acaben en lecturas dispares y en el deseo de escrituras otras y otras y que las conversaciones continúen cuando ya no sean también una excusa para poder abrazarnos con palabras como en estos tiempos de cuerpos distantes.
Considéralo un regalo. Se puede tirar sin abrir (no acrecienta la basura); se puede ojear por arriba, saltadito o con celeridad para no perder el tiempo. O, quizá, para perderlo en algo expresamente improductivo …
Por eso, si te animas a leer, te pide una lectura reposada. Te pide -si quieres, si puedes, si te dan ganas- que te hagas un tiempo libre y te inventes un rinconcito tranquilo -solo o amuchado- en este tiempo-espacio pandémico, para leerlo despacio, para gustarlo. En voz alta o en voz baja, para ti o para otros; que lo dejes fluir, lo pienses, lo discutas, lo sufras, te indigne, te esperance, te alegre. Es decir, que lo disfrutes.
Mientras pasa la pandemia, para pasar la pandemia, para vivir en pandemia…
Y después…
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